martes, 13 de enero de 2009

cortina de agua

Nadie decía nada. Ninguno quería ser el primero en ceder. Cada uno quizás dudara de sí mismo, como yo, y en la incertidumbre se preguntara si toda aquella alarma sería real o simplemente una idea loca, una alucinación, una de esas ocurrencias absurdas que suelen asaltarnos algunos días, cuando ya se está un poco cansado. La lluvía lanzó un suspiro, aparentando que se llevaba todos los desengaños que había acumulado en el día, y despertaba una humedad necesaria para seguir sin secar del todo las esperanzas.Levanté la mirada mecánicamente, y encontré un cielo limpio de aquellas nubes que me atormentaron a lo largo del día. Y también miré el botón de alarma con el pensamiento de pulsarlo. Nadie se atrevió a hablar o tuvo la audacia de romper el silencio.Simplemente osó preguntar a los otros si habían advertido, afuera, algo alarmante. Alarmante se manifestaba el futuro. Así, que nos dispusimos a tomar tranquilamente café, con bollitos rellenos de nata agría, mirándo cómo caía lentamente un cielo de lágrimas sobre todos nosotros, por nosotros.
(foto partisana, sin derechos, se agradecerá su publicación).

1 comentario:

ROSA ALIAGA dijo...

ey te llamé...
besos sin lágrimas