domingo, 30 de noviembre de 2014

de marguerite yourcernar



...El juego misterioso que va del amor a un cuerpo al amor de una persona me ha parecido lo bastante bello como para consagrarle parte de mi vida. Las palabras engañan, puesto que la palabra placer abarca realidades contradictorias, comporta a la vez las nociones de tibieza, dulzura, intimidad de los cuerpos, y las de violencia, agonía y grito...

...Estos criterios sobre el amor podrían inducir a una carrera de seductor. Si no la seguí, se debe sin duda a que preferí hacer, si no algo mejor, por lo menos otra cosa. A falta de genio, esa carrera exige atenciones y aun estratagemas para las cuales no me sentía destinado. Me fatigaban esas trampas armadas, siempre las mismas, esa rutina reducida a perpetuos acercamientos y limitada por la conquista misma. La técnica del gran seductor exige, en el paso de un objeto amado a otro, cierta facilidad y cierta indiferencia que no poseo; de todas maneras, ellos me abandonaron más de lo que yo los abandoné; jamás he podido comprender que pueda uno saciarse de un ser. El deseo de detallar exactamente las riquezas que nos aporta cada nuevo amor, de verlo cambiar, envejecer quizá, no se concilia con la multiplicidad de las conquistas.

(Memorias de Adriano Margueritte Yourcenar)
(fotografía sally man)

martes, 25 de noviembre de 2014

me lo presta mi amiga maia losch blanck


Le dijo que la calle donde ella viviera sería su patria. Pero ella se mudó sin decir a dónde iba. Y ahora  se muere de exilio.
(Maia Losch)

(Fotografía Hiroshi Sugimoto explicando)

martes, 18 de noviembre de 2014

la fabulosa y extravagante marquesa casatti



 En Venecia en el maravilloso Museo Fortuny hay una gran exposición sobre la Marquesa Casati, personaje que dió mucho que hablar en la ciudad y convirtió su vida en una apuesta por la excentricidad más chocante.

Luisa Casati nació en Milán en 1881 en el seno de una familia acomodada. Su padre Alberto von Amman, austriaco, fue un rico fabricante de algodón nombrado conde por el rey Umberto I. Él y su mujer, Lucia Bresci, cuidaron exquisitamente la educación de sus dos hijas, llevándolas a visitar los museos y las galerías de su ciudad. Además de la pasión por el arte que prendió en ella, se sentía fascinada por las celebridades estrambóticas, como el rey Luis de Baviera o la actriz Sarah Bernhardt.

Con 18 años se casó con Camilo Casati Stampa di Soncino, marqués de Roma. Un año después nació su única hija Cristina. La aristocracia y su círculo le sirvieron para ampliar las amistades y para convertirse en la estrella de fastuosas fiestas. Sin embargo, Luisa pronto descubrió que su marido estaba interesado en los caballos y la caza más que en ella. Así que acabaron por habitar en residencias separadas: mientras él vivía en Roma, ella se dejaba ver en Venecia. Catorce años después de su boda, Luisa se convirtió en la primera mujer italiana en separarse legalmente de su marido.
 

Desde este momento dio rienda suelta a las excentricidades, y se preocupó en convertirse en “una obra de arte”. Compró el Palacio Vernier dei Leoni –posteriormente de Peggy Guggenheim- y adelantándose al “decor-rough” lo dejó en el estado ruinoso en que permanecía e incluso lo potenció. Puso en el jardín y dentro de la casa animales: pavos reales, monos, serpientes, dos guepardos, un león y otras especies que la hicieron famosa en toda Europa. Su éxito no fue de quince minutos, como preconizaba Warhol.
 

Escoltada siempre por un sirviente tunecino de casi dos metros llamado Garbi, al que pintaba el cuerpo de dorado, llegaba a la Plaza de San Marcos creando la máxima expectación. El espectáculo de Casati era un lugar al que todos concurrían. En una ocasión –y modernas artistas de la perfomance como Marina Abramovic son unas párvulas- llegó toda vestida de plumas blancas pintadas con sangre fresca. Hubo desmayos.

domingo, 16 de noviembre de 2014

cosas de betty parsons y peggy guggenheim


Cuentan la anécdota de la marchante de arte estadounidense Betty Parsons y que representó entre otros a Jackson Pollock, que le gustaba desafiar a los artistas con una pregunta: ¿Cual es la diferencia entre los gatos y los perros? Respuesta: Los gatos no tienen miedo por sus puestos de trabajo. En otras palabras, usted tiene que dejar de tratar de complacer a la gente, para ser un verdadero artista. Como galerista, yo también tengo que ser gato.

Y relataban amigos de entonces que cuando empezó, pidió consejo a su amiga Peggy Guggenheim como distinguir los cuadros buenos de los mediocres. Peggy le respondió "cuando vayas al estudio de un artista, tienes que mirar bien todos los cuadros despacio y volverlos a mirar, cuando encuentres los que no te gustan, esos son los que debes llevar a tu galería para exponerlos.

(Betty Parsons fotografiada por A. Liberman para Vogue)

miércoles, 12 de noviembre de 2014

afomíos invernales


La literatura da mejores respuestas que la psicología más convencional.
Nada es más difícil que no hacer nada. Es una de las cosas que te obliga a pensar.
Pensar es ínutil si lo haces para buscar respuestas.
Sólo el preguntarse es la forma más útil de pensamiento.
Las preguntas que no tienen contestación son pura melancolía.
Un día sin preguntas es un día perdido.
Las buenas novelas sirven tanto como un buen psicoanálisis.
Jamás he buscado asentar la cabeza.

(Instalación de Doris Salcedo)

lunes, 10 de noviembre de 2014

no está triste venecia


Aunque sea inútil, creo que, con todo, es necesario llorar. Porque la desesperación es tangible. El recuerdo de la desesperación permanece. Para olvidarla, nada mejor que visitar Venecia, una ciudad tranquila si sabes evitar los lugares comunes. Una vez vista la Plaza de San Marcos hay que perderse en el barrio judio, en La Giudecca, en las placitas del Zatere y sobre todo para los amantes del arte contemporáneo visitar los innumerable palacios repletos del mejor y último arte.

En Venecia el cielo lloraba, eran lágrimas muy antiguas; de anteriores desesperanzas. Y de pronto aparecía como un sueño, la prístina y vaporosa luz, como una ilusión nueva que emergía del fondo de la laguna. 

Esa laguna que me atrae año tras año, por conocida y porque siempre vuelvo a los lugares que sé que no me desilusionarán, con el recuerdo permanente de una ciudad bella, bellísima atravesada por canales que hacen de Venecia un cuerpo bello, decadente, y sin embargo terriblemente contemporáneo gracias al arte.
Siempre que la visito me parece como una especie de organismo vivo, de movimientos vertiginosos y oscilantes. Nunca triste, sino nostálgica. Con una especie de "flou" que todavía la hace más bella.

(fotografía partisana)

lunes, 3 de noviembre de 2014

costumbres



Hace unos días leyendo una memorias me entero que Unamuno llamaba a su mujer "mi costumbre". Lo que hacen los años: antes oía la palabra costumbre y disparaba, ahora me gusta.
Y hoy llueve, antes en mi vida era una costumbre. Vivía en el norte. A veces lo hecho de menos.