Los tiempos están cambiando, y más que van a cambiar. Está claro que la exhuberancia irracional de las subastas artísticas, los desayunos con diamantes, la locura del jet para ir a comprar a una galería europea han pasado a mejor vida. El arte seguirá siendo caro, seguirá estando inaccesible.
Sin embargo, el arte de verdad, está gratis total en los museos y en las galerías. Para apreciarlo, para aprender, para disfrutar de aquello que no es lo conocido. Si quiere una aventura, viva el mundo del arte, sin guía sin explicaciones. Déjese llevar, lea y disfrute cada vez de lo más difícil.
En arte un indicador de la situación económica es el grosor de la revista Art Forum. Esta biblia de la información, que llegó a tener más de 500 páginas con anuncios de ropa de lujo y perfumes (además de ferias, exposiciones, inauguraciones, bienales y algún que otro texto difícil e inquietante), ha regresado a su volumen habitual luego de alcanzar dimensiones excesivas.
La publicación retorna a su correcta delgadez y de la gula cosmopolita que desayunaba arte en Nueva York, almorzaba en Shangái y cenaba en São Paulo tras un té en Basilea, volvió a su dieta de “manhattanismo” parroquial.
Otra era de glamour ha terminado, el orgasmo de los piratas financieros —que usan el arte como viagra cultural— ha culminado.
Las novias ya o piden los regalos en la galerías de Chelsea, vuelven a lo básico del diamante, por si vienen tiempos revueltos como los últimos vividos.
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