A menudo ignoraba a qué me oponía y por qué, y en consecuencia mi rebeldía era turbia, incoherente, caprichosa.Pedía por ausencia, y no me daban por ausencia. No se puede amar a los que no tienen tiempo. se pude, pero no conviene.
Pero de alguna manera me imponía limpiamente, sin disimular, sin hacer trampas. Sabía que lo que dijese a nadie importaba salvo a mi misma.
Dice Elias Canetti que “la auténtica ternura por los demás se apodera de ti cuando ya no están a tu lado”.
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