Vivir sin autoestima (es decir, sin respeto propio) es estar despierto una noche, más allá del alcance del vaso de la leche tibia, del somnifero y de la mano dormida sobre la colcha. Es estar contando los pecados por omisión, las confianzas traicionadas, las promesas sutilmente rotas, los dones Irrevocablemente desperdiciado por la pereza de la cobardía o el descuido.
Por mucho tiempo que lo pospongamos, finalmente nos tumbamos solos en esa cama notoriamente incómoda, esa que hicimos nosotros mismos, dejándonos esa autoestima. Así que dormir en ella o no dormir depende, por supuesto, en nuestro respeto.
2 comentarios:
Bueno, la autoestima a veces baja porque nos la pisan, pero puede volver a subir.
Besos, Lola.
No se...
Hace tiempo que duermo fatal...
¿Será por eso?
Besos y salud
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