Lo que nos tranquiliza del sueño es que nos despertamos y que salimos sin cambios, una interdicción extraña nos impide traer con nosotros el residuo exacto de nuestros ensueños. También nos tranquiliza el que nos cure de la fatiga, pero esa cura temporaria se cumple por el más radical de los procedimientos, el de dejar de ser.
Allí, como en otras cosas, el placer y el arte consisten en abandonarse conscientemente a esa bienhechora inconsciencia, en aceptar ser, sutilmente, más débil, más pesado, más liviano y más confuso que uno mismo. Volver a ti, la persona que te acompaña.
4 comentarios:
Ya, pero no es nada fácil aceptarlo... :)
Besos y salud
Ser o no ser, parte del sueño, o de la vida, esa es, al parecer, la cuestión.
Suerte
J.
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