Vivimos en una sociedad que se
hace cada vez más narcisista. La libido se manifiesta sobre todo en la propia subjetividad. El narcisismo no es
amor propio. El amor propio es la limitación del otro a
favor de sí mismo. En cambio, el sujeto narcisista ni siquiera puede fijar claramente
sus límites.
De esta forma, se disuelve el
límite entre él y el otro. El mundo se le presenta solo como figuras de sí
mismo. No es capaz de conocer al otro en
su condición diferente. Solo hay consideraciones allí donde él se reconoce a sí
mismo de algún modo. Deambula por todas partes como una sombra de sí mismo, hasta
que se ahoga en sí mismo.
La depresión es una enfermedad
narcisista. Conduce a ella una relación consigo mismo exagerada y
patológicamente recargada.
Se presenta la depresión como la imposibilidad del amor. El amor se vive como una mercancia que se intercambia.
La proclamación neoliberal de la libertad se manifiesta en realidad como un imperativo paradójico: sé libre.
Domina una economía de la supervivencia en la que cada uno es su
propio empresario. El neoliberalismo, con sus desinhibidos impulsos
narcisistas del yo y del rendimiento, es el infierno de lo igual, una
sociedad de la depresión y el cansancio compuesta por sujetos aislados.
(Byung-Chul Han)
En un extremo, lo erótico se repiensa y se viste, mientras en el otro, el sexo fast food desafía el tan necesario amor a uno mismo. Y si el amor a uno mismo es narcisista ya no es sexo, ni eros, simplemente es sentimiento pornográfico.
En un extremo, lo erótico se repiensa y se viste, mientras en el otro, el sexo fast food desafía el tan necesario amor a uno mismo. Y si el amor a uno mismo es narcisista ya no es sexo, ni eros, simplemente es sentimiento pornográfico.
1 comentario:
Hay gustos para todos los colores, en el sexo, también...
Besos y salud
Publicar un comentario