Calla y sigue la corriente; es la consigna. Si te invitan a cualquier evento, comida o inauguración dí que todo lo que ves es magnífico. Si el que te invita dice que lo ha hecho, créele. Vete por la vida como si te deslizaras por salones que conoces de siempre. No pienses, habla poco. De boca sellada no salen malas palabras. De bocas cerradas siempre salen malos actos. Vete serena, aún cuándo te hieran y digan que te quieren, no seas de las que busques fricciones ni sobresaltos.
No te desesperes si te dicen: te quiero y se van. Espera, ya volverán porque no pagan aduana, la espera es gratis total, y tú la que que desesperas.
Tú no eres casi nada, no perteneces a la casa, no eres hogar, eres otra sin más. El puesto nunca será tuyo, ni demostrando lealtad y servicio. Puestos basura, sin derecho a queja. O quizás con derecho sin quejas.
La boca sellada, emociones fuera. No cotizan. No pienses, actúa. La acción evita el aburrimiento. El pensamiento es inacción, y te puede llevar a conclusiones que quizás no te gusten.
Y si pierdes el puesto por culpa de una crisis global, por ejemplo, serás de los primeros en conseguir otro. Hay ciertos verbos que no pronuncias porque son peligrosos. Ciertas zonas por las que no transitas porque te puedes resbalar. Nunca un grito, nunca una palabra arrojada en esa parte honda donde no se hace pie. No sé por qué entonces esa molestia en la boca. Es como si te hubieran colgado un candado. Como si te hubieran sellado los labios con pegamento. Eso hacen con los muertos, dicen.
(Fotografía Heine Luepke)
2 comentarios:
Una palabra arrojada donde no se hace pie. Así es, la piedra lleva dentro una palabra, dura e impronunciable. Hay que poner el río alrevés para que salgan todas esas piedras.
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