Duchamp se puede reconocer como un genio incandescente. Pero nuestro respeto hacia él debe incluir un reconocimiento del hecho de que en algunas de sus obras estaba experimentando en formas que pretendían provocar y escandalizar a la gente preguntando implícitamente cuáles son los límites del arte.
Es seguro que los gestos de Duchamp consiguen que los estudiantes se interesen. Sucede lo mismo con preguntas como ¿qué tiene de malo una falsificación? O, ¿es un timo reinterpretar la literatura? Estas cuestiones generan intrigantes acertijos. Pero después de habernos divertido, debemos volver a las cuestiones centrales de qué es lo que hace que la "Ilíada" o "el Guernica" sean arte. Y entonces podremos abordar mejor a Duchamp.
Por eso me gusta el arte contemporáneo, porque en base a lo algunos creen que es una verdadera tomadura de pelo, permite interesar a otros que de otra forma no se acercarían a él. Y a los que se acercan les permite debatir, e interrogarse. Ser curiosos es la primera forma de inteligencia. Y criticar por desconocimiento, una forma perezosa de estar en el mundo.
1 comentario:
¡Totalmente de acuerdo! por amor al arte...
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