Hirst, va ha echar un pulso al mundo de las galerías y de los intermediarios poniendo a la venta directamente en el “parqué” las piezas hechas por sus 120 asistentes que dirige. Los filisteos se mesan los cabellos: “ahora resulta que las piezas se las hacen otros, dicen”. En el desconocimiento brutal en el que se mueve la mayoría en temas artísticos, no se dan cuenta que a los arquitectos les hacen los proyectos sus colaboradores y ayudantes, a los banqueros les hacen los bussines-plan los ejecutivos y directores, a los políticos les escriben los discursos los negros y les cuentan lo que tienen que decir sus asesores. Y la mayoría sólo hace lo que Hirst: publicidad de sus marcas.
Se esperan 100 millones de dólares en ventas.
Hirst no conoció a su padre biológico, y como viene de abajo si ha ido una vez al éxito esta convencido de que puede ir dos veces. Ésto es lo que tienen los nacidos en el arroyo, que se pueden mojar varias veces.
El insultante éxito de Hirst mañana puede ser mayor o hundirle, pero no arruinarle.
(Mañana el desenlace) (retrato del artista)
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