Con el tiempo las personas cambian, si tienen suerte se fortalecen y refuerzan su determinación; en el mejor de los casos aprenden a orientarse y adquieren lucidez, capacidades en las que algo que podría ser madurez y serenidad suple la ingenuidad y la premura de la juventud, que van diluyéndose.
Desgraciadamente también se diluyen otras cosas, como la esperanza, la ilusión incluso la vista.
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