He puesto dos árboles en el balcón. Uno a cada lado. Las noches de viento, desde la cama, veo moverse las hojas, y en el techo las sombras forman extraños dibujos. A pesar de que los riego todas las semanas y los abono una vez al mes siguiendo las instrucciones, siempre acaban por morírse.
Entonces dejo de regar y de abonar la tierra, y al cabo de unos días veo que alrededor del tronco seco han brotado algunas ramas verdes. No les hago caso y sigo sin regarlas, hasta que alcanzan la altura del árbol muerto, e incluso la sobrepasan. Son de otra especie, menos bonita quizá, más asilvestradas, pero también se mueven con el viento y forman dibujos en el techo.
Tal vez debería regarlas. Pero no me atrevo. Temo que los cuidados puedan matarlas. Sin embargo vuelvo a cuidarlos porque si son pequeños necesitan sin duda cuidades. Al abandonarlos mueres. Un poco de agua y ningún capricho.
Instalación Urs Fisher.
2 comentarios:
Si, los excesos matan, a los árboles también... :)
Besos y salud
Son las instrucciones las que están mal, jaja.
Besos, Marcela.
Publicar un comentario