Cuando morí por vez primera
―aún sé cómo ocurrió―,
morí en silencio y fue del todo,
pasó en Hamburgo, el mes de abril,
y yo tenía dieciocho.
Cuando morí por vez segunda
la muerte me hizo daño.
Yo te dejé bien poca cosa:
el corazón batiendo en tu portón,
sobre la nieve huellas rojas.
Pero al morir por vez tercera
no me dolió ya tanto.
Tan cotidiana como el pan
y los vestidos fue la muerte.
Ya no me muero más
―aún sé cómo ocurrió―,
morí en silencio y fue del todo,
pasó en Hamburgo, el mes de abril,
y yo tenía dieciocho.
Cuando morí por vez segunda
la muerte me hizo daño.
Yo te dejé bien poca cosa:
el corazón batiendo en tu portón,
sobre la nieve huellas rojas.
Pero al morir por vez tercera
no me dolió ya tanto.
Tan cotidiana como el pan
y los vestidos fue la muerte.
Ya no me muero más
Mascha Kaléko
4 comentarios:
Me encantó.
Un beso.
Supongo que cualquiera lo interpreta a su manera...
Yo solo morí una vez, me hicieron dar la vuelta y aquí estoy, tan ricamente :)
Besos y salud
Así es bella y terrible, pero con un final feliz. Besos amigos.
Uf, qué buena. Cómo me gustó.
Me la anoto.
Besos, Marcela.
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