Recuerdo de mis épocas de apocalíptica, que internet me parecía un método de correspondencia, de compras y de búsquedas. Ahora, ha pasado a formar parte de mí. Yo navego por el mapa de internet, sabiendo que toda la información acumulada en la red pesa un gramo. ¿Qué cómo lo sé?
Muy sencillo; porque me gusta saber tonterías. Y veo a Punset.
Desde que casi no salgo, por los peligros exteriores a contaminarme con las dos únicas ideologías, me he convertido en una ciudadana del mundo. Sin atascos, sin T4, sin pérdidas de maletas y sin "les informamos que por motivos técnicos les vamos a someter un rato a disciplina inglesa"
Por la mañana me levanto y leo la prensa, me ahorro un montón, no me enfrío y no consumo, porque no tengo salario -ZP ha dicho que hay que consumir- así que también me he convertido en insumisa. Esto ya me pone.
A media tarde miro recetas de cocina, de ésa que los chefs en Madrid Fusión denominan cocina-pobre, antes la llamaban cocina-tecno-emocional. Son listísimos. Hacen arte y por eso les dan grandes subvenciones. Más tarde, me paso por algunos blogs que son muy, pero que muy buenos, para pasar a media tarde al imperio americano, que tienen unos periódicos bastante serios. Terminada mi lectura, voy a Chelsea de exposiciones. Luego visito el New Museum, más tarde MoMA, todo gratis total.
Y así me dan las tantas, termino agotada. Porque también doy una vuelta por Londres, París y Berlín. No desayuno en Tiffany's de milagro, y porque no estoy tan delgada cómo Audrey.
Además paso a recibir a mis amigas y amigos, los unos con un matecito, otros con mares blues, alguna india, un desclasado, uno que hace safarís nocturnos, intimistas secretos, pájaros con nidos de poesía. Cuando me preparo para irme a dormir- que me cuesta mucho- no he gastado nada y he aprendido de todo, me apetece pasarme por un cabaré berlinés y a punto estoy de hacerlo, pero renuncio para ver tranquilamente una película descargada gratis total. Siempre grandes películas todas hechas sin subvención. Poniendo la carne en el asador y las emociones en el estómago.
La vida low-cost es en realidad el único lujo inteligente. Y ahora soy una tecno-adicta, sin fumar, y colocándome con textos, poemas, películas y varias heroínas amigas.
Incluso me visto como la de la foto para cenar en casa.