Mientras se besan, mientras se abrazan, para que no se diga que los artistas son sentimentales acarician un cuchillo. Me consta que Borjk y Mathiew Barney se quieren. Pero no pueden dejar de hacer arte, sin pensar en que pensarán los que los admiran.
Tiempos neuróticos en el que nada es lo que parece.
Dos buenos artistas, quizás tan narcisistas cómo reclama el mercado.
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