El placer de vivir sola: Aprender a disfrutar del café, de los libros, de la música, de caminar sin ropa por casa, de las siestas en el sofá, de la ausencia de horarios, del silencio y de los propios pensamientos, esos que a veces quedan diluidos por el estrés constante de nuestro día a día.
Y por la presencia silenciosa del que te acompaña sin decir nada, pero impidiendo la soledad de la libertad. No hay peor soledad que la acompañada.
La soledad ya no será nunca más la enfermedad del siglo XXI
2 comentarios:
A veces apetece cambiar...
Pasa como con todo con el tiempo... :)
Besos y salud
Hay soledades necesarias y hay soledades sobrantes.
Besos, Marcela.
Publicar un comentario