Viajo continuamente dónde quiero y cuando quiero, aún cuando me muevo muy poco. Soy una nómada interior.
Lo mío es moverse, no ser movido.
Sus personajes-personas, así como sus escenarios, nos hablan desde ese lenguaje universal que es el de los sentimientos. Sugiere con discreción en vez de imponer. Ahí radica la naturaleza de su arte; en encontrar la esencia de las cosas. Es fotografía de siempre, discreta, sabia, lenta en contraste con el rumor ensordecedor de nuestra vida cotidiana, que nos impide llegar a la esencia de las cosas, a la verdad de nuestros sentimientos.
Son fotos, por otro lado, repletas de melancolía que pertenecen a un estrato que no es ni el real ni el imaginario, sino algo que está en medio y de ahí la melancolía. No es un estado de desencanto o de tristeza lo que late en la superficie de lo retratado, sino que está cerca de la sabiduría: es un estado de hiperconsciencia.
¿Y si la vida sólo fuera lo que está delante y la vemos a través de ojos que nos la muestran? ¿Acaso tenemos claro cuál es el argumento de la vida?
(fotografía Sandra Eleta)