No me gustan los relatos, ni las películas, ni las personas que se balancean peligrosamente en el abismo de lo obvio.
Porque entender puede ser una condena.
Y no entender, la puerta que se abre.
Comprender, es otro cosa. Me gusta comprender.
También me gustan las maletas, porque cada una de ellas es una esperanza de viaje. Coleccionar maletas y guardarlas, para aquellos viajes que hicimos sin hacerlos.
Los únicos paraísos son los perdidos.
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