domingo, 1 de noviembre de 2015

tejiendo la vida, aprendiendo a vivir



Aprender a vivir es difícil. Cuesta toda la vida. Nuestras existencias se conducen como algo provisional y a menudo cargados de perplejidad. Lo que desconcierta no es tanto cómo funciona la vida, sino lo que está continuamente sucediendo.

Es decir, la felicidad no es como una piruleta que alguien te puede entregar, sino que se trata de reciprocidad y crear un espacio disponible en una especie de patio de recreo. El tiempo es un aceite que flota y que aparece más profundo de lo que en realidad es. Creo que las personas tienen que trabajar -si tienen la suerte y la oportunidad de hacerlo-, en un trabajo que les de placer.

Una vez escuché a un escritor que le gustaba escribir ficción porque le gustaba crear situaciones, personajes y ambientes. Hubo un tiempo que yo odiaba hacer lo que tenía que hacer. Y me gustaba mi trabajo, pero estaba instalada en un odio de hacer las "cosas".

O tal vez me gusta hacerlas, pero no me gusta la sensación de que estoy haciendo algo.  Tengo que sentirme como si fuese algo que estaba escondido y está siendo revelado. Trabajo más que nunca, hago cosas y tengo la sensación de que me gusta, pero lo vivo desde el ocio.

2 comentarios:

Genín dijo...

jajaja Hay que ver lo complicadas que son nuestras mentes... :)
Besos y salud

Blue dijo...

Todo es líquido, y a veces parece que fuera gaseoso. En la mente y fuera de ella.
Besos, Marcela.