martes, 27 de junio de 2017

nadar sin saber



En mi tierno narcisismo, yo buscaba el remanente destrozado de mi propio yo, alguien proscrito, alguien salvaje, alguien que entendía lo que era ser diferente y podía entrar en mi jardín secreto y dejar el aterrador mundo de adultos y la realidad fuera. 

Ocurrio que lo encontré, pero tuve que abandonar el infantil mundo mío y quedarme helada en las afueras de una realidad que sí topó conmigo. Y en la que estaba con la piel al aire y sin el abrigo de ese núcleo familiar que acaba por protegerte. 

Cuando nadas hay que dejar la ropa en la orilla.



1 comentario:

Genín dijo...

Si, y si es posible, guardada... :)
Besos y salud