miércoles, 30 de noviembre de 2011

la belleza de la derrota


Por alguna extraña razón siempre me han atraído más los derrotados que los triunfadores. Encuentro que están más cercanos a la sensibilidad que espero de las personas. Vamos, que les hace más humanos.
Los triunfadores no aprenden nada, no extrañan nada, tienen esa seguridad aplastante del que está en el camino de la perpetua admiración.
Así que ahora que empiezo a recibir noticias de que el fracaso es el camino del aprendizaje, me siento más en mi época.
La derrota es bella, por eso esta flor en lugar de mirar con altanería hacia el cielo -y eso que puede permitírselo- se tuerce hacia el suelo consciente de su belleza incuestionable.
Su bella exaltación enseña que la esencia de la victoria en realidad, reside en cómo reaccionamos ante la inevitable derrota.


10 comentarios:

Helen Ford dijo...

Está claro que para aprender hay que hacerlo mal muchas veces y perder otras tantas.
Creer que siempre hay alguien mejor que tú y más listo que tú y entender que la perfección tan sólo se roza con la puntita de los dedos.
Es lo que pienso.

India dijo...

Arriba, abajo y en el centro... sin regodearse, quizás la derrota te enseñe humildad, quizás el éxito te la quite y quizás el apoltronarse en el derrotismo sea otra forma de altenería... la flor, su imagen, me gsuta precisamente porque la entiendo así... es bella, es hermosa, pero no necesita ser altiva... humildemente se agacha, y sigue siendo lo que es, bella y hermosa.
Achuchones inquietos!

Ana Liyu dijo...

Preciosa imagen! Y cierto, la sensibilidad nace de aquellos momentos en los que aprendemos más, y que nos tocan más hondo, más fuerte, más profundo...

Errata y errata dijo...

Y yo digo lo mismo que India.

Fackel dijo...

Marcela, te comprendo muy bien. Creo que somos bastantes los que hemos sido siempre perdedores y sospechamos ya a determinadas alturas de la vida que no habrá victoria posible. ¿Hay belleza en ser perdedor? Depende lo que se entienda por ello. La belleza de ciertas claridades, la belleza de no renunciar, la belleza de resistir, la belleza de no claudicar, la belleza de potenciar la imaginación y mantener cierta correspondencia de apoyo con otros del estilo...no obstante saber que nuestras utopías no se realizarán jamás.

Las victorias y las derrotas pueden enseñar o no enseñar. Aquellas obnubilan con nuevas fantasías a los que se creen que logran algo, ignorando que todo es efímero. Las derrotas pueden envenenar y desanimar a queines las padecen hasta límites insospechados.

De todos modos, mi experiencia es que me aportan más moralmente los perdedores que lo tienen claro que los ganadores que acaban siendo pasto de su soberbia.

Unn tema interesante y siempre muy al día. Gracias por tratarlo.

Genín dijo...

Yo es que nunca he creído en las etiquetas, un triunfador, en un momento dado puede convertirse en un perdedor, y un perdedor en triunfador, no se, me acuerdo ahora de Mario Conde, y mas actual del Urdangarín...jajaja
Pero ahora mismo no encuentro un perdedor que luego triunfara, pero los hay, y muchos, enrealidad todos los triunfadores, antes fueron perdedores...(¿?)...jajaja
Besos y salud

Sergio DS dijo...

Preciosa decadencia.
También me inclino a favor de los derrotados, me merecen mucho más respeto que los "triunfadores", más cuando la inmensa mayoría ni siquiera lo merecen, vencieron por su falta de nobleza y malas artes.

Pilar Mandl dijo...

Bueno la flor se acerca a la cámara, Ella sí que sabe, tiene la curiosidad de saber y no la altanería de la que con soberbia se estira hacia lo más alto...
Bueno, tú sabes mucho, eres triunfadora y estás muy cercana...

marcela dijo...

Pilar,¿Triunfa qué...? Cercana sin duda.
Besos a todos, y perdonar mis ausencias a vuestros comentarios.
Sin ellos, no me molestaría en aparecer ahora que tengo un tiempo escaso.

fiorella dijo...

Un poco como India y otro como Genín...soy más de vagones finales que de locomotora avasallante...me quedo con la flor...con su belleza.Un beso