martes, 18 de octubre de 2016

mis deambulares estéticos



No soy una persona que pueda definirme más que por mis contradicciones. Sin embargo, soy lo que soy gracias a ellas. Me las trabajo, me las alimento. No encuentro mejor placer que pensar en una cosa para que cualquiera me la desmonte. Lástima que como soy apasionada defendiendo incluso lo que no me interesa, no encuentre la satisfacción de que alguien o algo, me haga pensar todo lo contrario.

En cuanto a mi gusto estético, soy una elegantemente hortera. Quiero decir, que debido a mi gusto por los libros, el arte, el coleccionismo, mis múltiples lecturas e intereses; que pueden ir de la novela negra a la filosofía, de las recetas de cocina a la arquitectura he alcanzado un cierto gusto, que no llamo bueno, porque el gusto no es ni bueno ni malo, simplemente es gusto propio, además de consideraciones culturales e históricas. Sé distinguir las cosas buenas (alta cultura) de las malas (baja cultura), y sin embargo a lo que se llema hortera o "kitsch" puedo entregarme con una amplia sonrisa.

Según las enciclopedias "una pieza considerada como kitsch implica un secreto desprecio y deseo de diferenciarlo del «arte culto», por lo que las piezas realizadas en materiales económicos que imiten otros más caros, normalmente ostentosas, son consideradas kitsch, al margen de que el autor tenga o no la intención de aparentar una pieza más costosa para que quien la posea se destaque como superior" .

Pero llegaron los mueseos y empezaron a exponer muñecos de trapos, "cerámicas de tómbola" y cualquier cosas que con el debido texto "culto" alcanzaba las cumbres del buen gusto.

Así que debido a mis deambulares por zonas de riesgo estético voy de lo profundo a lo banal, de lo corriente a lo extraordinario y de lo cutre a lo sofisticado, con una tranquilidad que hace que no se me mueva ni una pestaña. Entre otras cosas porque las tengo muy pequeñas.
(instalación máximo gonzález)

1 comentario:

marcela dijo...

Gracias Genín, besos y salud.