"La labor del arte consiste en conjurar la existencia para que perdure", me enseña Szczeklik. Si la sustituyo por medicina, la definición mantiene sentido. Pero el arte perdura más que la vida ("ars longa, vita brevis")
Szczeklik tiene en Polonia el aura cautivadora de gran médico, de esos con talento innato para engendrar confianza y devoción en sus pacientes, porque es siempre certero..
¿Y si...el paciente se curase por complacer a ese médico al que ama? Me atrevo con esta reflexión de las muchas que podemos encontrar en "Catarsis", brillante e inspirador ensayo que Szczeklik subtitula "Sobre el poder curativo de la naturaleza y del arte".
En nuestro país se nombra a los organizadores de exposiciones comisarios, en los países latinoamericanos se les dice curadores. Un nombre creo más que acertado.
La grasa que envolvió a Beuys perdido en la nieve en Crimea, ese fieltro y grasa lo salvaron. De ahí que todo su trabajo gire sobre el aspecto curativo del arte y sus obras utilizan repetidamente ambos elementos.
Curarse con algo que no sea lo útil, lo esperado, lo obvio. Desechar lo serio, creer en lo profundo.
Evitar las certezas y vivir en la duda. Eso es para mi, el arte que cura. Evitar los lugares comunes es la mejor manera de no estar siempre en los mismos sitios. Las ideas repetidas son banales.
Si amo el arte es porque siempre me conduce a lugares en los que no estuve antes.