jueves, 30 de diciembre de 2010

afomíos 3



buscar soluciones puede ser la manera más corta de encontrarlas
un hombre bueno no es alguien que está cañón
la duda es el nombre propio de la sabiduría
dos más dos a menudo son tres
el espacio no entiende de metros cuadrados
la pasión es un fuego que se apaga con tiempo
la cuadratura del círculo es redonda
el lujo es la bulimia de lo necesario
lo escaso es la anorexia de lo suficiente

(foto partisana)

miércoles, 22 de diciembre de 2010

regalos sin precio, pero caros



Como el título del post indica, hay múltiples maneras de regalos. Una, siempre espera que un regalo contenga el valor añadido del tiempo. El sutil mensaje de la dedicatoria que lleva implícita el conocimiento.
Quien no te conoce, quien no conoce en ti las palabras que conmueven, ¿cómo podrá amarte?

Si regalamos tiempo es un regalo de gran lujo, porque estamos dispuestos a perderlo. Una cosa cara y una cosa barata, pueden diferenciarse mucho y pueden no diferenciarse en nada: depende del tiempo que contengan. Por ejemplo, el tiempo de trabajo necesario para conseguir el dinero que permitirá comprarla. O el tiempo de búsqueda. O el tiempo de confección. El valor añadido siempre es lo que envuelve el regalo con envolturas de emociones y oro de dedicación. Hay regalos que iluminan nuestras vidas y las hacen un poco menos solitarias. Hacer, confeccionar, buscar un regalo, es la medida exacta de la importancia que damos al que se lo hacemos.

El regalo como modus operandi, literalmente: modo de obrar.
(Instalación neón de Kosuth)

lunes, 13 de diciembre de 2010

amor y terror

En las historias de amor antiguas lo cursi se daba por hecho. De ahí, que no se tuviera miedo a caer en la cursilería. Pessoa decía que las cartas de amor son ridículas siempre. Y Galdós, escribía apelativos noños a Emilia Pardo Bazán.
Ahora que todos somos unos inseguros, lo cursi está prohibido en el discurso amoroso. Es más fácil tener sexo que hablar de amor. Nos resulta más fácil firmar una hipoteca para toda la vida que decir "te quiero". Y el compromiso, es una palabra impronunciable. Con la compañía del móvil se firma un compromiso por lo menos de18 meses, con una pareja  "mañana te llamo".
En esta sociedad individualista e independiente lo difícil es comunicarte con alguien, por eso la única forma de contar una historia de amor es contando una historia casi de terror. Dice el escritor Roncagliolo que los elementos vitales de novela romántica  de siempre son: “mucho sexo y soledad”.
Ahora las historias de amor son de vampiros, de personas perdidas, desestructuradas, incapaces de amar, tristes, blandos haciendose los duros, duras haciendose las duras, y un ruido de fondo de una ciudad en la que se buscan, se encuentran, se desencuentran, se separan, se aman, pero no lo dicen.
Siempre terminan mal. Para lo literario es lo ideal, para la vida un horror.
La felicidad, es muy aburrida literariamente. La conocida frase "las familias felices no tienen historia, todas se parecen" es una media verdad. Según veo y leo, las familias desgraciadas y desestructuradas se repiten siempre con sus desgracias.
(fotografia roman & williams)

miércoles, 8 de diciembre de 2010

contra la ignorancia


En Egipto se llamaba a las bibliotecas el tesoro de los remedios del alma. En efecto, en ellas se curaba de la ignorancia, la más peligrosa de las enfermedades y el origen de todas las demás. La frase de Bossuet enlaza a otra de Flaubert: “La literatura consuela de múltiples infortunios”.


Las novelas no pretenden decir la verdad de lo que son las cosas, sino que buscan encontrar un sentido para lo que nos pasa. Nos dan la vida, nos acercan y nos encierran en ella. Libros, al fin y al cabo, en los que hemos aprendido acerca del prójimo, del amor, de la libertad, de la responsabilidad, del compromiso.
El compromiso y la responsabilidad dos principios no sometidos a más regla que la del que las practica. La soledad con libros es una soledad acompañada.

Me ha parecido ejemplar, la descripción que hace Vargas Llosa del escribir y sus referentes:
"Por fortuna, allí estaban los maestros para aprender de ellos y seguir su ejemplo. Flaubert me enseñó que el talento es una disciplina tenaz y una larga paciencia. Faulkner, que es la forma –la escritura y la estructura– lo que engrandece o empobrece los temas. Martorell, Cervantes, Dickens, Balzac, Tolstoi, Conrad, Thomas Mann, que el número y la ambición son tan importantes en una novela como la destreza estilística y la estrategia narrativa. Sartre, que las palabras son actos y que una novela, una obra de teatro, un ensayo, comprometidos con la actualidad y las mejores opciones, pueden cambiar el curso de la historia. Camus y Orwell, que una literatura desprovista de moral es inhumana y Malraux que el heroísmo y la épica cabían en la actualidad tanto como en el tiempo de los argonautas, la Odisea y la Ilíada"

Ayer, Vargas Llosa hablaba de cosas que fermentan su literatura. Entre ellas, la mujer que a lo largo de 45 años le acompaña. En ella encuentra la tranquilidad necesaria para escribir y vivir grandes relatos. Ella es lo extraordinario de lo cotidiano. Emocionante discurso que al referirse a su mujer decía:
"El Perú es Patricia, la prima de naricita respingada y carácter indomable con la que tuve la fortuna de casarme hace 45 años y que todavía soporta las manías, neurosis y rabietas que me ayudan a escribir. Sin ella mi vida se hubiera disuelto hace tiempo en un torbellino caótico y no hubieran nacido Álvaro, Gonzalo, Morgana ni los seis nietos que nos prolongan y alegran la existencia. Ella hace todo y todo lo hace bien. Resuelve los problemas, administra la economía, pone orden en el caos, mantiene a raya a los periodistas y a los intrusos, defiende mi tiempo, decide las citas y los viajes, hace y deshace las maletas, y es tan generosa que, hasta cuando cree que me riñe, me hace el mejor de los elogios: “Mario, para lo único que tú sirves es para escribir”.

Mujeres así, hacen que podamos leer libros que nos consuelan. Hombres así, escriben libros contra la ignorancia.
(foto, obra de Ron Arad)