sábado, 19 de junio de 2010

y ahora, Carlos Monsiváis

Monsiváis ha sido el escritor más prolífico e influyente del México actual. En su campo de acción –imposible de categorizar– ha escrito ensayos, crónicas y fábulas. Hoy éste Junio cruel se lleva a otro de los nuestros. Carlos Monsivaís, quizás uno de los más grandes escritores mexicanos murió ayer.
Monsiváis decía cosas para grabar en las paredes de las ciudades. Hablaba de los boleros, de los culebrones, de la política con una destreza del que tiene las neuronas muy engrasadas de tanto darles vueltas.

Sergio Pitol afirmaba que hablaba de que era el "cronista de todas nuestras desventuras y prodigios, más de las primeras", y es el "documentador de la fecundísima fauna de nuestra imbecilidad nacional".

En una conferencia celebrada en Barcelona se refirió a la actualidad política y bajo la mirada de Monsiváis, la sociedad y la política latinoamericanas reaparecen presididas por la telenovela "se comportan como personajes de telenovela, que es el género que actualmente modela los comportamientos de nuestros políticos, junto con la mercadotecnia". Ese afán de identificación icónica impregna las actuaciones de los violentos sicarios que emulan a los personajes de un thriller, mientras que los narcos cantan sus corridos y evocan los westerns de John Wayne. Ambos roles delictivos son contemplados por el escritor como "un pacto fáustico de vivir la vida con intensidad".

Se declaraba interesado en todo y escribió sobre el bolero y los culebrones afirmando de los que apostillaba "si por "culebrones" se entienden las telenovelas o simplemente "novelas", como las de México, Argentina, Puerto Rico, Miami, etcétera, ahí la desdicha es completa. Se ha perdido el énfasis del melodrama, y esa manía de revisar los diccionarios que volvía tan divertidos los momentos de clímax. Todo ahora es burocracia del sentimiento, la clonación de la primera frase inocua de las conversaciones en camas gemelas. En algo o bastante difieren los culebrones de Brasil y Colombia, y eso explica el éxito interminable de Betty la Fea, pero sigo confiando en que los culebrones no sean el fin del mundo acústico conocido.

Mi admiración por su obra y su persona. Éste pequeño comentario sirve más de recordatorio que de homenje.

2 comentarios:

Say dijo...

La cultura, la contracultura, la política y la realidad contada con la fina ironía y análisis crítico de Monsiváis, nos deja un hueco difícil de cubrir. Éticos y comprometidos quedan pocos escritores.

Nos vamos quedando con los que asoman la cabeza sólo para no decir nada.

marcela dijo...

Dices lo que dices y pienso que sí, la cabeza que asoman no son las que necesitamos en éstos tiempos confusos. Ni ironía ni compromiso: sólo homenajes y metáforas, incluso sencillamente releer lo escrito. Existen demasiados egotrips en el mundo leteruario. Sin embargo, hay que seguir leyendo.
Bienvenida.
El nombre te nomina.