El amor solo es posible cuando dos personas se comunican entre sí desde el centro de sus existencias y, por lo tanto, cuando cada una de ellas se experimenta a sí misma desde dicho centro. Experimentado en esa forma, el amor es un desafío constante y por ello tiene un elemento de conflicto. No es un lugar de reposo, sino un moverse, crecer y trabajar juntos». Sobre ese conflicto habló y mucho Epicuro, que nunca se casó ni tuvo hijos y para quien el amor, en su variante apasionada, «conlleva perturbaciones y aparta de la felicidad, siendo un tipo de amor que suele desatar el afán de posesión y la necesidad de dominar al ‘otro’».