En cierto sentido, el daño es una clave de permanencia del vínculo, una retorcida forma de amor ya que el daño nos somete a un estrés emocional digno de peor causa. Se hacen necesarias fórmulas, no son vendajes. Simple extirpación, cuando uno recibe la indiferencia, hasta llega a acostumbrarse. La costumbre nunca es vida.
La melancolía es una manera, por tanto, de tener; es la manera de tener no teniendo, de poseer las cosas por el palpitar del tiempo, por su envoltura temporal. Algo así como una posesión de su esencia, puesto que tenemos de ellas lo que nos falta, o sea lo que ellas son estrictamente.
Estrictamente la melancolía es tener lo que no tuviste.
Cuando estás ausente, tu figura se dilata hasta el punto de llenar el universo. Pasas al estado fluido, que es el de los fantasmas. Cuando estás presente, tu figura se condensa; alcanzas las concentraciones de los metales más pesados, del iridio, del mercurio. Muero de ese peso. (...) Un corazón es tal vez algo sucio. Pertenece a las tablas de anatomía y al mostrador del carnicero. Yo prefiero tu cuerpo ausente. Tu presencia se hace más ausente cuanto más estoy presente.
Amar lo que te causa dolor me genera una enorme admiración., para los que creen que en estos tiempos pornoemocionales eso es posible todavía. El dolor es parte de nuestra vida y nos hace vivirla, sin embargo cuando ese dolor cesa el un placer superior.
En la vida solo existen ciertos asuntos, aunque esos asuntos sean en el fondo lo único que uno puede vivir de verdad. Me hacen plantearme algunas preguntas. ¿Y si somos únicamente lo que queda, si somos el resto, lo que restamos de lo que sobra? ¿Si somos la parte en blanco de la página, la que no está escrita, la que no se ha contado y no se va a contar?
Es posible que seamos solo el miedo de estar vivos y la certeza de que estaremos muertos. Y lo que hacemos para superar todo esto.